Mensaje del Diputado José Merino del Río a la Asamblea Nacional y la Fiesta Cultural del Frente Amplio, el domingo 17 de mayo de 2009.
Queridas compañeras y queridos compañeros, amigas y amigos:
Hoy es un día de alegría para nuestro partido. La tarea que iniciamos hace un año está a punto de cumplirse con éxito. Nada ha sido fácil y nada nos ha sido regalado, llegamos a esta Asamblea Nacional gracias al trabajo inteligente, sacrificado y solidario de compañeras y compañeros que recorrieron con fervor hasta el último rincón para hacer posible la construcción del Frente Amplio a escala nacional. Ahora tenemos un partido con presencia en todo el país, que no se ha limitado a cumplir con los exigentes requisitos del Código Electoral, muchos de ellos antidemocráticos y obsoletos, sino que ha establecido vínculos políticos y afectivos con miles de mujeres y de hombres, que tenemos en común un profundo amor por nuestra patria y una insaciable sed de justicia y de libertad para todos sus habitantes, especialmente para los pobres y excluidos.
Me duele por eso no poder estar hoy aquí con ustedes, para compartir esta legítima y justificada alegría. Somos a veces prisioneros de un cuerpo que se enferma y nos juega alguna mala pasada, pero esto es pasajero, en dos o tres semanas, plenamente recuperado, estaré de nuevo en la brega, para seguir construyendo junto a ustedes nuestras luchas y nuestros sueños. Pido disculpas por esta obligada ausencia, en el fondo quisiéramos ser o pensarnos siempre parte de los imprescindibles, seguramente sin esa tensión y sin ese compromiso tampoco merecería la pena seguir en la política, que sigo entendiéndola con la misma pasión y el mismo sentido ético de mis años de rebeldía adolescente. Todas las personas que militamos en el Frente Amplio deberíamos considerarnos, qué honor, imprescindibles para la lucha, que conlleva también la necesaria modestia individual para saber que en nuestra causa no son los cargos los que hacen a las personas, sino éstas las que le dan sentido a los cargos. Puedo echar una mirada a este recinto, para reconocer en ustedes la honestidad y el talento que hemos sido capaces de reunir para garantizar el desarrollo de nuestro proyecto. Aunque el principal objetivo de hoy es finalizar formalmente el largo proceso de inscripción nacional y celebrarlo con nuestra militancia y con nuestros amigos y amigas, de cuya agenda y objetivos he sido informado y que comparto plenamente, soy consciente, como lo son ustedes, de los urgentes y trascendentales retos que tenemos que enfrentar.
En primer lugar la crisis global del capitalismo, que ya está presente en Costa Rica, con una economía en recesión, atacando las condiciones de vida y de trabajo de nuestro pueblo, que ya habían sido gravemente dañadas por las tres décadas de hegemonía neoliberal. Impedir que la crisis la pague el pueblo trabajador exige movilización de todas las fuerzas populares y también capacidad de propuestas alternativas. El Frente Amplio debe dar el ejemplo, estimulando la lucha y la movilización y las respuestas tácticas y estratégicas. La crisis de Costa Rica se llama pobreza, desigualdad, corrupción, injusticia, discriminación, violencia; forma parte de una civilización en decadencia, tanto a nivel productivo, como político, cultural, energético, ambiental, alimentario, moral. No somos tremendistas, tampoco catastrofistas. Cuando desde el Frente Amplio hablamos de crisis no estamos hablando de derrotismo, ni nos estamos alegrando con el ensanchamiento del dolor y de la humillación. Estamos hablando de esperanza, como dice Manu Chao, queremos llegar a esa estación.
¿Cuál es la alternativa? De manera inmediata nuestras urgencias serán en defensa del trabajo, de los salarios e ingresos disponibles de las personas, especialmente de las mujeres para que no se agudice la intolerable feminización de la pobreza; hay que aumentar el gasto público en inversión en proyectos de infraestructura vial, portuaria y energética; gastar en la construcción y mejoramiento de escuelas, colegios, universidades, centros de salud; inducir el gasto en desarrollo tecnológico, innovación, cultura, en proyectos que protejan el medio ambiente y la biodiversidad. Reclamamos una fiscalidad progresiva y nos oponemos rotundamente a la llamada flexibilidad laboral. Vamos a pelear para que se impulsen políticas campesinas de seguridad alimentaria y vamos a rechazar cualquier intento de recortar presupuestos para las universidades públicas. Es imperativo recuperar el control democrático sobre las instituciones financieras, impedir la fuga de capitales, evitar ingreso de capitales golondrina, exigir el retorno de fondos invertidos en el exterior, plantear la renacionalización bancaria para asegurar el control oficial del crédito. Estamos en pie de lucha a la par de las comunidades históricas costeras en defensa del territorio, de sus recursos y del derecho a una vida digna, como reivindicamos también los derechos históricos de las comunidades indígenas a su autonomía. Sardinal y Crucitas continúan siendo dos símbolos de nuestro combate indeclinable en defensa de nuestros recursos y derechos. Hay que abrir el debate sobre la suspensión, revisión y anulación de deudas públicas externas e internas, es una vergüenza que mientras que la crisis borra pasivos multimillonarios en las economías centrales, nuestros países pobres son obligados a continuar pagando. La persecución desatada contra el derecho al conocimiento y la cultura por los policías del TLC, así como la prisa por desmantelar el ICE y otras instituciones sociales del Estado, no solamente reivindica nuestra histórica lucha contra los tratados del expolio, sino que reafirma también nuestra oposición permanente hasta que el TLC sea denunciado por un gobierno popular de nuevo tipo. No trato de hacer una lista interminable, solamente afirmar nuestro conocimiento de la situación y nuestra disposición para la lucha y para la propuesta. Lo importante no será hablar de la crisis, eso lo puede hacer cualquiera, sino definir y construir las fuerzas sociales y políticas necesarias para la transformación.
Transitar del país que tenemos con su realidad de pobreza y de exclusión que afecta a cientos de miles de costarricenses, de corrupción y crimen organizado, de precarización del trabajo, de destrucción del tejido productivo nacional, de creciente desigualdad, de intolerable violencia patriarcal y sexista, de depredación de la naturaleza, de incertidumbre y desesperanza para la juventud, de pérdida de identidad cultural y de valores, de ascenso del autoritarismo, de ataque sistemático a los derechos, garantías sociales y servicios públicos, al país que queremos, necesitará un enorme esfuerzo de análisis, deliberación y convergencia democrática de diversas luchas y movimientos. Ese país que queremos no será finalmente una sociedad capitalista, ¿cómo será esa sociedad?: eso no está preescrito, no hay una receta, no hay un guión, no hay calco, no hay copia. Hay que construirla a partir de lo propio, en la propia lucha. Como decía recientemente Pedro Casaldáliga, ese benemérito obispo de los pobres, lo que sí sabemos es que el socialismo que queremos construir tiene valores referenciales, columnas maestras de la nueva sociedad: la dignidad humana, la igualdad social, la libertad, la corresponsabilidad, la participación, la garantía de alimento, salud, educación, vivienda, trabajo, la ecología integral, la propiedad relativizada porque sobre ella pesa una hipoteca social.
Sin un punto de vista estratégico de la crisis no pueden obtenerse soluciones para el día a día, se necesita la perspectiva histórica. Por eso creemos en la necesidad del partido político, aunque sabemos que éstos no tienen ni tendrán el monopolio del quehacer político, y que tanto la política como los partidos deben ser repensados y refundados en ese nuevo marco de construcción del nuevo sujeto histórico transformador capaz de resistir el impulso de muerte que conlleva este capitalismo salvaje, y de presentar y abrir la alternativa que en situaciones novedosas responda a las grandes interrogantes planteadas ya en el pasado, y que adquieren hoy una nueva urgencia: civilización o barbarie, socialismo o barbarie.
Hemos entendido de esa manera que ser hoy revolucionarios, más allá de cualquier debate estéril sobre etiquetas, es colocarse críticamente frente al significado y a las consecuencias de este sistema injusto, luchar contra sus efectos perversos y por una nueva sociedad inclusiva y solidaria. Es por esta causa que se moviliza y construye un sujeto político plural compuesto de diversas tradiciones políticas, ideológicas, culturales, religiosas y organizativas, de distintas identidades de clase, de género, de etnia y de diversas, también, orientaciones de sexo o de diferencias generacionales. Es el estado de injusticia en el que vivimos, el que sigue haciendo válida la distinción entre derecha e izquierda, ejes respectivos de la construcción de los dos grandes polos de la reacción y del progreso que se expresan en el campo de las ideas, en la lucha social, en las confrontaciones electorales, aunque a menudo la veamos enmascarada por la instrumentalización de un centro imaginario, receptáculo de votos de los partidos-omnibús dispuestos a recoger adhesiones en todas las paradas, escondiendo ideologías y programas, lo que también forma parte de la llamada crisis de la política y de los partidos políticos.
Por eso desde el Frente Amplio pensamos en la urgencia de una izquierda necesaria en tres dimensiones esenciales: una izquierda de valores: es decir, con ética, intransigente con las diversas manifestaciones de corrupción, solidaria, internacionalista, defensora de los derechos humanos; una izquierda de lucha: comprometida con las reivindicaciones de los hombres y mujeres que sufren explotación, opresión, discriminación, que se mueve y organiza en defensa de las condiciones de vida y de trabajo de las mayorías, que se moviliza por el desarrollo de la libertad, de la democracia y de la justicia social; y una izquierda de gobierno: con un proyecto alternativo de sociedad, de Estado, de nación, que trabaja desde la sociedad y desde las instituciones con la aspiración de construir poder social y de ganar la mayoría política, a través de las vías democráticas, para llegar al gobierno y construir el poder de las mayorías, instrumentos necesarios para esa Costa Rica posible por la que luchamos.
Esa izquierda necesaria debe tener un compromiso real con la democracia en su organización interna, en la forma de construir los consensos y de enfrentar las discrepancias, en la construcción de los liderazgos desde la participación y la horizontalidad, en la articulación y coordinación de las ideas y de las luchas con el conjunto de fuerzas sociales y políticas que se sitúan críticamente frente a la globalización neoliberal. Debe ser portadora de una cultura y de un talante que combine la firmeza en la defensa de los principios, y de la consecuencia entre el discurso y la acción, con la tolerancia, el respeto al otro, el espíritu abierto para escuchar, corregir y siempre tratar de integrar, unir, articular al amplio y diverso campo popular.
La fuerza que queremos construir tiene el reto de vivir, luchar y crecer desde el compromiso de género, que combata toda forma de subordinación y violencia que este régimen patriarcal practica contra las mujeres; desde el compromiso social que acabe con las diversas formas de explotación que sufre la clase trabajadora; desde el compromiso ambiental que instaure unas nuevas relaciones del ser humano con la naturaleza; desde el compromiso ecuménico de los hombres y mujeres que desde sus convicciones cívicas o de su fe religiosa, nos dan el ejemplo diario del poder redentor de la solidaridad.
Estamos poniendo hoy apenas unas bases para la construcción del Frente Amplio como una fuerza política y social permanente. Tenemos el reto de construir partido de ideas y de lucha, una herramienta de emancipación y de pedagogía para la liberación, y también un instrumento eficaz de cara a una participación electoral exitosa que lleve a muchas mujeres y hombres del partido a representarnos digna y eficazmente en las instituciones. Debemos luchar contra una visión de la política que la restringe a los espacios institucionales y a los calendarios electorales, y también contra otra deformación que divorcia la lucha social de la lucha política, y reduce ésta a una resistencia sin alternativa de gobierno. Estamos en la lucha popular, en el día a día de esa resistencia necesaria contra la corrupción, también estaremos en el terreno electoral, tanto para hacer una lúcida crítica del poder que corrompe a la democracia, como para acumular fuerzas desde las instituciones.
Desde ahora debemos organizar las bases de una campaña que genere entusiasmo y que nos comprometa con todos los sectores identificados con un proyecto progresista. Una campaña emotiva que conecte con la racionalidad, pero también con los sentimientos de todos aquellos y aquellas que piensan que la política debe servir esencialmente para defender derechos, principios, valores. Tenemos entre nosotros a mujeres y hombres con la capacidad y el compromiso para representarnos dignamente en la Asamblea Legislativa y en las municipalidades, y también con credenciales morales e intelectuales muy superiores a quienes aspiran desde los partidos corruptos del sistema a la Presidencia de la República para continuar la política del pillaje.
Tenemos también la tarea ineludible y urgente de convertir al Frente Amplio en promotor de la unidad en la diversidad del conjunto de fuerzas progresistas, populares y patrióticas del país. Aspirar a que el Frente Amplio se desarrolle y consolide como un partido autónomo de lucha permanente contra todo tipo de injusticia es una apuesta estratégica, que lejos de entrar en antagonismo se complementa creativamente con la necesidad de construir la casa común de las fuerzas avanzadas que luchan contra el neoliberalismo en la sociedad costarricense. Somos y queremos ser un movimiento de las clases trabajadoras, patriótico, ecosocialista, feminista, democrático, solidario, ecuménico, latinoamericano e internacionalista, identificado con las luchas y esperanzas de ese país mayoritario integrado por todas las mujeres y hombres que sufren cualquier tipo de exclusión, explotación, opresión, discriminación, humillación y menosprecio. Queremos expresar nuevamente nuestra voluntad de caminar junto a todos los sectores del Movimiento Patriótico, de acompañar a los movimientos sociales y alentar la movilización social, de articular esfuerzos unitarios en el terreno de la acción política y de la participación electoral. Estamos convencidos de que es posible construir en Costa Rica una nueva mayoría política que desaloje a los neoliberales del poder por la vía democrática. Vamos a trabajar inmediatamente por esa unidad e invitamos a toda la militancia del partido a promoverla y concretarla, en todos los lugares y niveles donde sea posible.
Finalmente, América Latina es hoy la vanguardia de las resistencias y de las alternativas mundiales al dominio del capitalismo global. El Frente Amplio quiere formar parte, desde la propia singularidad de nuestra patria, del proyecto histórico emancipador e integracionista de Nuestra América. Sabemos que no tiene futuro una lucha que se instale exclusivamente en el terreno nacional. La globalización neoliberal es un proyecto mundial que se desenvuelve en todos los planos y que tiene consecuencias ineludibles sobre todos los estados, pueblos y habitantes del planeta. Pensar otra Costa Rica posible y actuar por su materialización, sólo puede ser eficaz desde una visión que engarce la lucha nacional con la lucha global. El internacionalismo es hoy una necesidad de la lucha nacional, en forma mucho más clara y contundente que lo fue en el pasado. Hay que colocar a la nación costarricense en una vía de integración solidaria, cooperativa y pacífica, con todas las naciones y pueblos que enfrentan nuestros mismos problemas y desafíos. Formamos parte de los sujetos políticos y sociales de la resistencia y de la alternativa transformadora, estamos en el mismo campo de articulación de las luchas y de las iniciativas de las fuerzas antineoliberales y socialistas que se expresan, fundamentalmente, por la globalización de la democracia y de la solidaridad.
Pido de nuevo disculpas por mi ausencia y por la largueza de estas palabras que seguramente ya habían sido otras veces escuchadas.
Una felicitación calurosa y fraternal para ustedes y para toda la militancia frenteamplista, así como para toda la gente estupenda que nos acompaña en esta celebración. Un saludo muy especial para los artistas comprometidos con las causas populares, que hacen posible la fiesta. Un abrazo emocionado de su compañero y amigo.
José Merino del Río
De Asamblea Nacional 5/17/09 |