Asdrúbal Marín Murillo, Profesor de Filosofía y humanidades
“Estar moralmente en lo correcto…es más importante…en última instancia…que lograr la victoria” Peter Bourne.
El 7 de octubre del 2007 una nueva página se escribió en la historia patria. Casi 750,000 costarricenses, solitos, sin falsas promesas, sin miedo, sin dejarse manipular, sin intereses egoístas, con un gran corazón humanista y solidario, le dijeron NO a la venta de las Instituciones Públicas.
No se necesitaron buses, ni taxis, ni comida, ni banderas, ni camisetas, ni amenazas, ni bonos, ni casas, ni dinero para enfrentar la maquinaria del gran capital transnacional. La grandeza del NO se hizo manifiesta en los miles de valientes niños, niñas y jóvenes, mujeres y hombres, de escuelas y colegios que sin temor alguno supieron decir NO a la entrega de Costa Rica al capital foráneo. Sin embargo, y a pesar del triunfo del sí, la clase política costarricense, representada en los político-empresarios transnacionalizados, se siente acorralada y temerosa al intuir que los “ticos” ya no comen cuento y que la niñez y la juventud costarricense, se levanta “erguida, nervuda y pujante” contra tanto descaro y tanta desverguenza.
El domingo 7 de octubre de 2007 se marcó el límite entre el descaro y la honestidad, entre la ética y la inmoralidad, entre la ingenuidad y el engaño. Pero lo más valioso de todo es que ese espíritu de lucha sigue vivo. Vitalidad que fue demostrada por los habitantes de Sardinal en Guanacaste, que con hidalguía y fortaleza rechazaron el sospechoso acueducto financiado por las grandes cadenas hoteleras. Esta capacidad de lucha y de organización de los sectores del NO expresa una nueva forma de hacer política en la sociedad costarricense. El movimiento por el NO debe tener muy claro su inmensa capacidad de convocatoria, la universalidad de sus reivindicaciones, su fuerza de movilización y la vigencia y humanidad de sus propuestas. Quiénes han manejado el poder político y económico en este país, la clase político económica tradicional, se ha dado cuenta que les ha llegado “la hora de Juanito Mora”, de que se están viviendo los tiempos gloriosos de Juan Santamaría, de Pancha Carrasco, de Pablo Plesbere.
Ahora bien ¿Qué sigue después de ese patriótico 7 de octubre de 2007? No hay duda, y en eso estaremos de acuerdo, que lo que sigue es el final del bipartidismo tradicional costarricense. De la misma forma que les llegó la hora a los partidos tradicionales de Venezuela, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Ecuador y Brasil, así mismo le llega el adiós al PLUSC tico. La fuerza del NO ha impulsado un alzamiento ético, humanista, popular y transformador al interior de nuestro país.
El pueblo costarricense ya se ha dado cuenta quien, durante décadas, lo ha estado gobernando. Mientras la sociedad se ha ido hundiendo en la violencia, la corrupción, la pobreza, la miseria, la drogadicción, la prostitución infantil y otras tantas desventuras, aquellos que nos han gobernado se repartían los bienes del pueblo y las riquezas naturales como si fueran bienes de difunto. Es importante, por eso, que los sectores que votaron NO el 7 de octubre pasado, y aquellos que votaron por el sí por ingenuidad, por temor a perder su trabajo o por amenazas de sus empleadores, piensen con sabiduría y honestidad cual será el mejor paso a seguir ante las elecciones del 2010.
Desprendidos de intereses personales, de egoísmos partidistas, de oportunismos individuales, de feudos electorales, de ansias de poder, fama, gloria y de reconocimientos particulares, estos sectores deben sentarse a repensar cual será el camino más conveniente para heredar a las futuras generaciones una sociedad inclusiva, empoderada, honesta y libre de tanto vicio y de tantas desgracias. La lucha contra el bipartidismo y la corrupción no se da ofreciendo en bandeja partidos hechizos a la carrera o en creerme el candidato o el partido ungido por el pueblo. Las y los costarricenses cansados de tanta burla esperan más que intereses personales y partidarios. Es esa clase abandonada que espera de la dignidad de muchos el apoyo y la lucha que los sacará de su ignominia.
Creo que ha llegado la hora de decir NO bajo una sola bandera: azul, blanco y rojo; un solo programa: hacer realidad la Declaración Universal de los Derechos Humanos; un solo objetivo: una nueva Constitución Política; un solo principio: la dignidad de todos; un solo lema: “Costa Rica Merece algo Mejor”. Con honestidad, unidad y transparencia en el futuro podremos andar con la frente en alto.