Una visión desde la Economía Política
MSc. Sergio Reuben Soto **
Se ha venido manejando en algunos círculos de economistas hispanos de los Estados Unidos -voceados por Alberto Padilla de Cienén (CNN)- la tesis del “desacople”, según la cual los países latinoamericanos están estructuralmente preparados para desengancharse de la crisis económica que está tragándose a los E.U.A.
Han pasado de los sesudos análisis de por qué América Latina debía articularse a esa economía de manera estrecha, vía la aprobación de los Tratados de Libre Comercio diseñados por el Departamento de Comercio de la Casa Blanca, y olvidado, con gesto de mono sabio, sus invocaciones por una fuerte vinculación con la economía norteamericana para hacer posible la “modernización” de las vetustas estructuras económicas reguladas de América Latina, y han dejado atrás sin siquiera pestañear, sus alegatos sobre la necesidad de la desregulación económica -divulgando ahora sin empacho los llamados del Tesorero Norteamericano a la regulación financiera como una necesidad estructural para evitar crisis de esta escala y envergadura. Y con descaro finalmente se inventan, como parte de su necesidad vocinglera, una “teoría del desacople” entre las economías de la región y la maltrecha economía norteamericana. Esa es la catadura teórica de los neocons latinos con la que llenan los espacios televisoras, radioemisoras y periódicos dominantes de la opinión pública de nuestros países.
¡Qué se puede hacer ante la sencillez y falta de acuciosidad de periodistas que cubren los hechos económicos!, que repiquetean los argumentos escuchados en las “fuentes autorizadas” para colmar los espacios que deben llenar y cumplir con su trabajo, construyendo opinión pública en razón de intereses muchas veces por ellos insospechados.
Si observamos los datos que nos depara el “International Trade Statistics Yearbook de las Naciones Unidas para los distintos años, se puede sacar en conclusión que la dependencia de la Región con el mercado de los Estados Unidos se ha venido acrecentando desde el quinquenio 1970-1975 (cuando sus exportaciones a ese mercado representaron el 37% del total), hasta el quinquenio 2000-2005 (cuando esas exportaciones representaron el 44% del total). Y si se toma en cuenta la aprobación del Tratado de Libre Comercio con EUA-Centroamérica-República Dominicana en los primero años de este quinquenio, con seguridad que esa relación de dependencia ha aumentado en este período.
En el área de la exportación de servicios esa relación es aún mucho mayor y su tendencia ha adquirido una fuerte aceleración en ese último período.
De manera que por cuanto se refiere a las relaciones comerciales no hay razones por las que uno pudiera siquiera conjeturar una “teoría del desacople” en las condiciones en que se encuentran hoy día las relaciones económicas entre nuestra región y los Estados Unidos.
En cuanto a la afluencia de capitales de inversión la relación entre las dos regiones guarda una proporción parecida con el comportamiento de las exportaciones; los Estados Unidos es el origen de entre el 25 y el 30% de todas la inversiones que se llevaron a cabo en la Región en los dos últimos años, según cálculo de la CEPAL en su último informe sobre la Inversión Extranjera en América Latina y el Caribe, 2007, (Santiago, mayo del 2008). Solo superado por el monto de las inversiones de “origen desconocido” (sic) con un 40% e inmediatamente seguido por los Países Bajos con un lejano 10%.
Si los analistas que concurren a los espacios de los medios de comunicación tradicionales se tomaran el cuidado de consultar estos datos no deberían caer en la trampa del halago mediático con ocurrencias como la teoría del desacople y más bien señalar la necesidad de que los países de la región trabajen en esa dirección desarrollando nuevas relaciones económicas con los Estados Unidos y abriéndolas con regiones relativamente inmunizadas contra esa crisis. Las nuevas relaciones con aquél país, deben basarse en el reconocimiento de la desproporción existente en los niveles de acumulación de capital entre América Latina y los E.U.A. y en el objetivo histórico de acrecentar la acumulación en nuestra región. Asimismo, responsablemente, en lugar de anunciar gratuitamente el desacople entre las dos regiones, deberían señalar que esa posibilidad solo se podrá dar realmente, si trabajamos en proyectos de integración económica, si nos incorporamos a instituciones como el Banco del Sur, el ALBA, el MERCOSUR y el Mercado Común Centroamericano, para citar las más conocidas y si, finalmente, impulsamos un desarrollo económico que distribuya entre los trabajadores la propiedad del capital.
Los TLC a lo mexicano y a lo centroamericano y la desregulación de nuestras economías nos arrastran irremisiblemente al vacío de la crisis norteamericana.
* Artículo publicado en el semanario Universidad No.1771 del 13 al 20 de agosto de 2008.
** Catedrático de la Escuela de Sociología, Universidad de Costa Rica