La crisis económica y social que sostenidamente ha vivido el país en estos años, y que se ha profundizado con la pandemia por Covid-19, ha ido creando el escenario para una mayor polarización y tensión social que ha querido ser aprovechada por sectores populistas de una derecha negacionista de la ciencia y con rasgos profundamentes conservadores.
Las justas demandas de la población más golpeada por la crisis -que van desde las familias en extrema pobreza y personas desempleadas antes de la pandemia, hasta los pequeños y medianos emprendimientos locales- no han sido tomadas en cuenta por el gobierno de la República, que ha impulsado una agenda económica en beneficio de los intereses de las grandes capitales. El vacío generado por un diálogo irreal y sin acuerdos con interlocutores del movimiento social, asociado a la urgencia inmediata de sectores por la población que claman desesperadamente por trabajo para su sustento y que no ven alternativas concretas, provocan daños a la credibilidad institucional que fácilmente son aprovechadas para sembrar dudas, odios, y apologías violentas atizadas por políticos que buscan réditos electorales.
En ese sentido, llamamos a mantener la cautela sobre los llamados de movilización que realizan algunos grupos, que utilizando conceptos como “pueblo” y suscribiendo demandas ciudadanas que son legítimas, pero que atizan hacia la dirección equivocada fomentando el negacionismo a la pandemia y que colocan en tela de juicio los esfuerzos médicos y científicos para su contención. Claramente facciones de la derecha más populista pretenden perfilarse ante ciertos sectores sociales como la salida viable a la crisis; en contraposición a una derecha con un rostro más oligárquico que ha tenido voz en Casa Presidencial para presionar por sus intereses. Esto demuestra la heterogeneidad de unas derechas que transcurren entre aquellas posturas conservadoras, xenofóbicas y anticiencia, y otras que apegadas a principios de la ilustración y la ciencia, pero que mantienen un programa económico de índole neoliberal con intenciones privatizadoras.
Esta falsa disyuntiva entre una derecha conservadora y una derecha neoliberal que intenta posicionarse como progresista solamente beneficia a estos dos grupos, ya que uno logra posicionarse como la única alternativa al otro. Este escenario es catastrófico para la izquierda porque esencialmente la borra del mapa político. Tampoco se trata de algo nuevo; en las elecciones del año 2018 vimos cómo la campaña de Fabricio Alvarado logró llegar a la segunda ronda con un discurso en defensa de los “valores tradicionales” mientras que Carlos Alvarado instrumentalizó luchas históricas por los derechos humanos a su favor. A pesar de esas diferencias abismales, ambos candidatos tuvieron un punto en común; economistas neoliberales de la Academia de Centroamérica asesoraban ambas campañas.
Para las élites económicas es fácil navegar en un escenario donde dos tipos de derechas se presentan como las únicas alternativas viables, por lo que escoger uno de esos bandos sería un error. La tarea fundamental para las izquierdas, progresismo y sectores populares en estos momentos es romper esa supuesta dicotomía y seguir consolidando, ampliando y fortaleciendo una tercera opción.
La presión ciudadana por mejores condiciones de vida en el contexto de la crisis es válida y legítima. Su expresión movilizadora debe hacerse de manera coordinada entre los sectores, organizaciones y movimientos sociales que han propuesto medidas y alternativas a los proyectos gubernamentales de componente recortista y austericida. La conducción y el llamado a la movilización deben plantearse en términos cuyos objetivos sean hacia la solución de las necesidades más apremiantes de la población, pero manteniendo la claridad de lo que se disputa son también los sentidos comunes; es decir, una movilización que tienda a construir sentido de lo popular desde los de abajo, y no para dar voz y visibilidad a representantes de quienes niegan la ciencia, los derechos humanos de todas las personas y exigen rompimientos del orden constitucional del país.
El estudio de opinión sociopolítica para el mes de agosto de 2020 realizado por el Centro de Investigaciones y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica, revela que las valoraciones negativas y de pesimismo en torno al futuro del país rondan cerca de un 60%, mientras que las perspectivas positivas llegaban a un 20% de la ciudadanía.Dichos datos revelan la creciente desconfianza de una población que fácilmente podría decantarse con propuestas políticas de carácter populista que prometen salvaciones mágicas a la crisis. Articulandose con un discurso anti inmigrantes, de rechazo y odio a las personas sexualmente diversas, negando derechos a las mujeres y recurriendo a actitudes autoritarias de “mano dura” en el plano de la seguridad pública; estos grupos de derecha conservadora y extrema encuentran espacio ante la incertidumbre.
Pese a que el mismo estudio de opinión muestra una valoración positiva de la mayoría de los costarricenses hacia instituciones como las Universidades públicas, la Caja del Seguro Social y el Ministerio de Salud, y que además se señala el poco alcance de los grupos negacionistas de la pandemia entre la ciudadanía; hay que mantenerse alertas y denunciar la instrumentalización de la crisis a manos del populismo de derecha conservadora, así como proponer la conjunción de las fuerzas progresistas y más conscientes del país para evitar el avance del oscurantismo conforme se profundice la desesperación de miles de compatriotas a raíz de esta crisis.
El Frente Amplio manifiesta su compromiso con la paz y rechaza los discursos de violencia que plantean soluciones fuera del orden democrático. Exhortamos a los movimientos sociales y plataformas ciudadanas de lucha contra la crisis y por la defensa de nuestras instituciones, a unir esfuerzos en una misma dirección. Los tiempos y la historia nos exigen la mayor de las cohesiones para afrontar el avance del populismo de derecha, que con falsas promesas de soluciones profundizan la violencia al recurrir a los discursos de odio y exclusión.