DESDE ABAJO, DESDE LA IZQUIERDA
José Merino del Río
Este año que empieza debe ser para el Frente Amplio, el de la consolidación de nuestra fuerza política en todo el país, en una coyuntura marcada por la crisis global del capitalismo y por las posibilidades abiertas para la disputa de la hegemonía en América Latina y en nuestro país a las oligarquías dominantes que impusieron las políticas neoliberales con su balance de pobreza, exclusión y desigualdad. Será un año decisivo para determinar hacia dónde se orientará la salida de esta crisis mundial, profunda y estructural: “refundación” del capitalismo –como lo proponen los líderes de las potencias del sistema–, o procesos de transición y de ruptura con el período de capitalismo neoliberal orientados hacia la justicia social y la radicalización de la democracia, en la perspectiva histórica del socialismo. Será la correlación de fuerzas que se establezca en la lucha ideológica, política, económica, social, cultural y ambiental, la que determine, en última instancia, el rumbo de los procesos y acontecimientos abiertos por una crisis cuyo desarrollo es mucho más rápido y seguramente inédito, que nuestras propias herramientas y capacidades de interpretación y de acción.
Estamos todos los compañeros y compañeras del Frente Amplio, con pasión militante, convocados a un enorme esfuerzo individual y colectivo de análisis para mejor comprender las causas, naturaleza y curso de los procesos en marcha, y para el compromiso con las luchas y esperanzas abiertas en el campo nacional de nuestras responsabilidades y retos.
Tenemos, en primer lugar, el reto de finalizar con éxito el proceso de inscripción del partido con la realización de la Asamblea Nacional el próximo mes de abril. Este proceso no se limita a la celebración de asambleas de acuerdo al ritual impuesto por la normativa electoral, lo asumimos desde el inicio con un objetivo preciso: construir una izquierda necesaria que se plantee constituirse como alternativa eficaz para la lucha, como alternativa de gobierno y de sociedad en unidad con el conjunto de fuerzas populares y progresistas del país. Quisiera reiterar los principios que asumimos cuando iniciamos el camino.
Estamos convencidos de que el Frente Amplio debe ser un instrumento que permita que nos reunamos hombres y mujeres que queremos participar en la acción política para transformar lo existente. Creemos que la lucha por otra Costa Rica posible implica la refundación de la sociedad y del Estado nacional, que sólo podrá darse mediante un proceso de afirmación y radicalización de la democracia, a través de la crítica y de la reforma profunda del sistema político y del modelo económico, social, cultural y ambiental predominante. A través de la constitución del partido es posible colaborar en la superación de la dispersión organizativa, teórica y programática de los sectores sociales y políticos alternativos en lucha. Significa articular un programa compartido, construir un marco referencial común, encontrar los puntos de convergencia entre la lucha social y el uso transformador de las instituciones. Creemos en un renacimiento de la política como búsqueda del bien común, como compromiso supremo de acabar con todas las formas de explotación y dominación, como vía para la participación de la gente en la construcción de su propio destino, como terreno de lucha para la transformación hacia el país que queremos.
Estamos pensando en un partido como espacio para los debates más amplios y democráticos posibles, con elección participativa de dirigentes y candidaturas, pero al mismo tiempo con la capacidad de actuar unido con la disciplina necesaria, con una estructura orgánica que permita distintas formas de militancia, con un compromiso ineludible con la ética, con instrumentos para disputar la hegemonía, con formas de financiamiento sanas. El partido que queremos construir debe prefigurar en su estructura y en su práctica cotidiana esa democracia avanzada que promovemos.
Esta nueva forma de hacer política que propugnamos no puede ser impulsada sólo a través de la estructura que impone el Código Electoral uniformando a los partidos políticos. Rechazamos el oportunismo, el burocratismo, los resabios corporativos, el predominio de los personalismos sobre las decisiones colectivas. No aspiramos a construir un andamio electoral para simplemente llegar a las instituciones, queremos ganar las mentes y los corazones de la gente y su participación activa en un proceso de liberación. Creemos en la vía democrática como estrategia para la acumulación de fuerzas, en términos electorales (para acceder a puestos de gobierno local o nacional), y para propiciar un cambio en la conciencia de la gente y en su participación en los procesos sociopolíticos.
Tenemos la intención de convertirnos en una fuerza política con voluntad de transformación, pero sabemos que existen otros esfuerzos alternativos en el campo político, social, cultural, ambiental, académico, de comunicación. Queremos expresar nuestra voluntad de caminar juntos, de acompañar los movimientos sociales y alentar la movilización social, de articular esfuerzos unitarios en el terreno de la acción política y de la participación electoral. Estamos convencidos de que en ese transitar es posible construir en Costa Rica una nueva mayoría política que desaloje a los neoliberales del poder por la vía democrática.
Lo que está en crisis es un modelo que lleva a cabo la destrucción metódica de conquistas democráticas de los pueblos, impone políticas ultraliberales de privatizaciones, desregulación y erosión de los servicios públicos, reduce los derechos laborales y la protección social, somete la libertad de la personas, de las naciones y de los pueblos mediante la explotación y el chantaje, la violencia y el hambre, la precariedad y la exclusión. Se impone un modelo que acelera el cambio climático, liquida los pulmones verdes del planeta, dilapida los recursos hidrológicos, favorece la desertización, crea monopolios sobre la vida a través de patentes sobre fármacos, semillas, genoma humano. No hay límites para el negocio. Refuerza un sistema de dominación sexista y patriarcal, racista y explotador. Reemplaza la soberanía de los estados y la democracia por los dictados del mercado y de un poder imperial.
Nuestra primera tarea es impulsar la resistencia y la alternativa en nuestro patria, pero articulados solidariamente con todas las fuerzas internacionales de progreso y de emancipación, especialmente con los hermanos y hermanas de Nuestra América. La lucha por otro mundo posible involucra a una amplísima diversidad de sujetos emancipatorios, que se articulan y se unen en torno a propuestas de resistencia y de proyecto que consideramos fundamentos para un modelo de sociedad alternativa, que es necesario recrear a la luz de la situación concreta de cada pueblo y nación.
La política no puede declararse impotente frente a esos determinismos económicos y tecnocráticos. Más allá de los procesos políticos al servicio de la lógica de ese sistema y ese pensamiento vendidos como únicos y de sus odiosas patologías, hay que hacer política desde aquellos sujetos que pueden hacer oposición y resistencia, y formular cómo queremos vivir y en qué mundo y de esbozar utopías y anticipaciones. No será desde los mercados, sino desde la política que pueda latir esa aspiración de lo mejor que llevamos dentro para hacer una sociedad emancipada y sustentable, sin opresión ni destrucción.
Nuevos planteamientos son urgentes, porque la derecha ha fracasado. Es el momento de impedir que los neoliberales sigan en el poder, es necesaria la construcción de una amplia unidad de fuerzas populares. En la sociedad costarricense hay una sólida mayoría ciudadana honrada y decente, pero esa mayoría no es la que determina las reglas del juego, vivimos en una especie de democracia secuestrada por grupos corporativos privados cuya glotonería económica no tiene frenos, por élites de la partidocracia que han convertido los partidos políticos en maquinarias comerciales, por altos funcionarios públicos que actúan como comités ejecutivos de las empresas y para las empresas.
Desde abajo, involucrados en las luchas y esperanzas diarias de nuestro pueblo, desde la izquierda, con una perspectiva transformadora de un orden injusto, el Frente Amplio quiere ser una fuerza política fuerte e influyente, y dar su aporte para construir una amplia coalición que en la batalla ética, que en la lucha político-social y en el campo político-electoral, logre concitar la participación y el apoyo mayoritario del pueblo para que se haga justicia, para desplazar a los neoliberales del poder, para inaugurar otra política que necesariamente necesitará otro gobierno que haga suyo el principio democrático: poder del pueblo, con el pueblo, para el pueblo.
Fuente: Periódico Pueblo, número 30, enero de 2009.