Es una vergüenza que el representante de Costa Rica ante las Naciones Unidas ocupe ese cargo mediante la comisión de un acto ilícito, penalizado por la Ley contra la Corrupción y el Enriquecimiento Ilícito en la Función Pública.
Como es sabido Bruno Stagno, con la complicidad del expresidente Oscar Arias, se autonombró embajador en la ONU siendo canciller y cuando sólo le faltaban tres días a la Administración Arias.
Estamos ante un conflicto de intereses, que configuraría según el artículo 4 de la ley mencionada un claro acto de corrupción política. Bruno Stagno debería ser destituido inmediatamente de su cargo, sin responsabilidad patronal, e independientemente de lo que en su momento puedan agregar los tribunales nacionales y la Procuraduría de la Etica.
La Presidenta de la República, Laura Chinchilla, tiene la responsabilidad política y el imperativo ético de destituir inmediatamente a Stagno. ¿Qué credibilidad moral puede tener Costa Rica en la ONU con un representante que prácticamente tomó por asalto el cargo?
Es también una vergüenza que el anterior representante del país ante la ONU, Jorge Urbina, fuera nombrado embajador ante una embajada fantasma. Otro caso evidente de corrupción.
Estamos viendo de nuevo como se reparte el botín. Correligionarios, amiguetes, pegabanderas, libertarios, pseudocristianos… todos abalanzándose sobre la piñata de ministerios, juntas directivas, embajadas, etcétera, a punta de compadrazgos y sin méritos profesionales y éticos que les acrediten para ocupar esos cargos.
Con la misma convicción e indignación con que se detuvo el aumentazo diputadil, hay que seguir exigiendo decencia en la función pública y limpieza a fondo de la gangrena de la corrupción.
Comité Ejecutivo Nacional
Partido Frente Amplio
Primero de junio de 2010