Una visión desde la Economía Política
MSc. Sergio Reuben Soto **
Don Eduardo Lizano, en un reciente artículo que le publica “Pagina Abierta” (como si el señor Lizano no tuviera espacio en La Nación) en la edición del 20 de mayo del Diario Extra, nos dice que hay que hacer el análisis de qué fue lo que aconteció y cómo fue que aconteció –refiriéndose a las políticas que él y sus infantes impulsaron en los 30 y más años que van desde la administración Monge Álvarez a la que padecemos– y que nos han conducido a esta crisis que ya se perfila como sin precedentes. Intenta persuadirnos el señor Lizano, que con ese análisis nunca llegaremos a conclusiones… En esa introducción del artículo hay un mea culpa velado; intentando el autor desviar la atención sobre las responsabilidades que le caben, llamándola sobre una propuesta de agenda para el futuro.
Desde luego que ya habrá tiempo para hacer el análisis de las consecuencias de las políticas neoliberales, como si no las estuviera sufriendo ya la ciudadanía en carne propia; y no hay juez más imparcial y también más severo que el pueblo contando su propia historia.
El desmantelamiento del estado social costarricense para embarcarse en la aventura de la apertura neoliberal y el regreso a una economía decimonónica de mercado libre y la trasformación de la institucionalidad desarrollista que se construyó sobre la vieja institucionalidad de la oligarquía agroexportadora, promoviendo una institucionalidad favorable a los intereses del capital transnacional son los errores señalados por quienes comprendimos, en esos momentos, que una globalización basada en la desregulación y la apertura comercial indiscriminada, no solo perjudicaba al desarrollo nacional, sino que, en el marco de las condiciones económicas mundiales existentes, implicaba un enorme riesgo de colapso internacional (puede verse nuestra compilación “Crónica de un des-ajuste social”, Vicrc. Ac.Soc. UCR., 1995).
La situación actual, y nos referimos no solo a la económica que se ve afectada por la crisis internacional, sino la social e incluso la política, muestran con elocuencia los efectos dolorosos de la desatención del criterio público (como acción del Estado) del proceso de generación y acumulación de capital. Dejar a la mano invisible el mejor reparto de los recursos escasos y del excedente económico socialmente creado, es, a estas alturas del desarrollo de la acumulación de capital, un error de enormes proporciones. Y esto era evidente con solo echar un vistazo cuidadoso a la historia del capitalismo.
La concentración del capital en grandes consorcios que dominan una parte considerable de los mercados de sus productos hace ineficiente el mercado, que en el marco de su actividad teóricamente debía alcanzar la mejor combinación de recursos y necesidades para lograr el mayor bienestar posible. El control de la competencia que implica esta centralización del capital, abre paso al uso ineficiente de esos recursos y al manejo estratégico del mercado en razón al logro de mayores tasas de ganancia, en detrimento de los trabajadores y, en general, de la sociedad como un todo.
La regulación de este proceso por medio del criterio público, políticamente formado, por el contrario, crea nuevas condiciones de gobierno de los procesos productivo, de inversiones y del reparto del excedente, ya no azarosas como en el mercado libre, sino razonables con el logro de un bienestar democráticamente concebido.
Por eso es que la agenda que nos propone el señor Lizano sufre la misma deslegitimación que padecen los análisis de los economistas utilitaristas que aterran las páginas de la prensa nacional. Y que hay que corregir para elaborar propuestas más plausibles.
Si se es consecuente con la visión crítica que estamos levantando hay que hacerle, al menos, los siguientes comentarios a la agenda que nos propone:
1. El Estado de derecho es ante todo –ante todo, subrayamos– un estado de seguridad vital del ciudadano, no de las corporaciones. Las empresas son un medio para alcanzar ese estado de bienestar básico y vital del ser humano. Por eso los llamados a los “derechos de propiedad”, validez de contratos” (sic), que reclama prioritariamente el señor Lizano muestran la orientación mercantilista de su agenda.
2. El sistema político al que debemos aspirar es un sistema de representación de intereses amplio y abierto. Pero lo que no ve el señor Lizano es que un sistema que no pueda ejercer el poder para lograr los acuerdos políticos alcanzados con respecto a la mejor utilización de los recursos de una sociedad y al logro de un bienestar democráticamente diseñado, nunca podrá legitimarse.
3. El tema del rol del estado yo lo reclamaría como el rol de la empresa privada. En este punto es preciso recordar que el mejor empresario es aquel que produce más eficientemente en las condiciones establecidas por la sociedad –esto es algo que no debe olvidarse– y no aquél que establece las condiciones sociales para producir…, que es lo que ha venido imperando con la corporativización de las sociedades.
4. Con un sistema que ya no puede garantizar los equilibrios automáticos, el aumento de la productividad y el destino productivo de los excedentes ya no puede depender de la competencia. Para que sean socialmente eficaces ellas deben depender ahora de las decisiones políticamente tramitadas y de la determinación política de la parte de la ganancia que puede ser consumida por el capitalista.
5. Con respecto a la política fiscal podemos aceptar la propuesta del señor Lizano: “racionalizar las finanzas públicas –ingresos y gastos– es un tema de mucha trascendencia. Por ejemplo, consolidar los programas de las instituciones públicas en un presupuesto de inversiones públicas que cubra varios años representaría un avance significativo.” Porque –agregamos– el acrecentamiento del fondo público debilita la racionalidad capitalista y fortaleza la racionalidad pública.
6. La propuesta de reforma a la legislación sobre zonas francas –intención puntal y particular– muestra que el señor Lizano, paradójicamente, reconoce inconscientemente, la necesidad de la regulación social y política de la actividad de los negocios privados, pero se queda muy corta como propuesta de política de exportaciones.
7. Y finalmente el régimen cambiario… El señor Lizano desliza la propuesta consentida de los neoliberales, la “dolarización”; la que ya hemos denunciado como extremadamente peligrosa en varios artículos publicados en el Semanario Universidad.
De esta manera, la agenda sobre el futuro ya no puede ser elaborada con una racionalidad decimonónica, se requiere de imaginación, de soltura científica, de audacia innovadora, atributos intelectuales todos que el pensamiento neoliberal ya no puede ofrecer.
* Publicado en Semanario Universidad Nos.1767, y 1768, julio del 2008.
** Profesor de la Escuela de Sociología, UCR.