La crisis que golpea al capitalismo mundial está lejos de ser superada, a pesar de lo que pregonan los organismos financieros internacionales. La transferencia de capital a los culpables de la crisis, por parte de los gobiernos, no ha hecho más que darle una bocanada de aire a un enfermo terminal. Países europeos, como Grecia, Irlanda e Islandia, prácticamente han quebrado, una consecuencia de haber aplicado, con el fervor de un fundamentalista, las medidas neoliberales. La rebelión de los pueblos árabes contra gobiernos tiránicos y corruptos, es también un movimiento de ira y de protesta contra las políticas neoliberales de explotación y de hambre.
Una de las facetas más perversas, inhumanas y barbáricas de esta crisis del capitalismo, fue la crisis alimentaria que se desató, como una moderna caja de Pandora, sobre las poblaciones más pobres y vulnerables del planeta. Millones de seres humanos se vieron ante una de las formas más degradantes y humillantes en que se puede caer, la perspectiva de una muerte lenta y dolorosa por hambre.
Hoy retorna la amenaza de una nueva crisis alimentaria sobre la humanidad, que ya tiene consecuencias dramáticas para millones de seres humanos.
El Banco Mundial se ha visto obligado a reconocer que 44 millones de personas más han sido empujadas a la pobreza, por el aumento en el precio de los alimentos durante los últimos meses. Decenas de millones están amenazadas de sumarse a los mil millones de seres humanos que padecen hambre en el mundo de hoy. Los precios de los alimentos están cerca de llegar a los registrados en el 2008, cuando estalló violentamente la crisis alimentaria.
Desde el Frente Amplio, consecuente con nuestra visión de un mundo basado en la justicia social y la preponderancia de la dignidad de las personas como el centro de la acción política, no podemos callar.
Levantamos nuestra voz para advertir, para llamar a la lucha y la organización y para reiterar que, de no cambiar las cosas, el único camino al que nos puede llevar este sistema de cosas, es a la barbarie.
Denunciamos la inacción del gobierno y de los sectores dominantes que trabajan para mantener a Costa Rica en las redes de las políticas neoliberales y de la dependencia alimentaria.
CRONICA DE UNA CATASTROFE ANUNCIADA.
El capitalismo financiero, a pesar de los “mea culpa” que entonó, nunca estuvo dispuesto a modificar su lógica de acción, es decir, el acumular a costa de lo que sea, incluyendo el mismo ser humano.
Advertimos que para nuestro partido, la crisis que se anuncia no es, en absoluto, una nueva crisis; por el contrario, es la agudización y profundización de la crisis iniciada en el 2008 y que, ralentizada, pareció haber desaparecido, aunque eso era imposible ya que las causas últimas se mantenían inalteradas: el voraz apetito de los especuladores y las compañías transnacionales por la acumulación de capital a partir de especular con las materias primas, en este caso, alimentarias.
La producción de biocombustibles no ha hecho más que agudizar la crisis, ha sido en el decir de nuestro pueblo, “vestir un santo para desvestir otro”. Los países desarrollados han optado por su consumo energético quitándole, literalmente, el maíz y el azúcar de la boca a los pobres de Latinoamérica, Asia y Africa.
A esta lógica capitalista se le une el cambio climático, producido por un modelo de producción que no ha hecho más que rapiñar y destruir el ambiente. El consumo desmedido de combustibles fósiles, la obsesión por la producción de bienes de consumo masivo y superfluos, ha pasado factura. Recurrentes fenómenos hidrometereológicos golpean amplias zonas del planeta, destruyendo cultivos y tierras productivas.
NO ACEPTAREMOS QUE NUESTRO PUEBLO SUFRA.
Costa Rica sufre hoy de una inseguridad alimentaria, cuyos únicos culpables han sido los gobiernos neoliberales de los últimos años.
Las estadísticas que el Ministerio de Agricultura y Ganadería brinda, no dejan lugar a dudas. Se ha abandonado la producción de granos básicos y hortalizas para preponderar las plantaciones de piña, banano, melón, sandía, etc, con el objetivo de exportar y de lucrar y no por garantizar un abastecimiento a las necesidades de la población.
Por cada hectárea dedicada a la producción de granos básicos se dedicaron 4,88 hectáreas a la producción de estos productos.
Si se analiza el nivel de cambio en la superficie de producción, en los últimos cuatro años por cada hectárea dedicada a los granos básicos, se agregaron 1,42 hectáreas a la producción de bienes agrícolas de exportación.
En el año 2008 por cada tonelada métrica de maíz que se produjo a nivel nacional, se debieron importar 48 del extranjero; en el caso del frijol la relación es de 4,58 importadas por cada tonelada métrica producida en nuestro territorio.
Un caso paradigmático, que demuestra que si es posible una producción nacional, es la del arroz. En el año 2006, la importación de arroz respecto a la producción nacional fue de 0,81 Tm respecto a una producida en Costa Rica.
¿Cuánto le ha costado al país esta dependencia del extranjero? En el año 2006 el monto total que se canceló por concepto de importación de maíz, arroz, frijoles, soya y trigo fue de 239 millones 203 mil dólares. En el 2008, durante la crisis alimentaria, el monto aumentó hasta los escandalosos 434 millones 425 mil dólares, un aumento de más de 195 millones de dólares.
La única respuesta que ha podido articular la administración Chinchilla, y su antecesor Arias, ha sido la clásica del neoliberalismo: el aumento de precios. Ya se han anunciado aumentos en el precio del pan, y es de esperar que pronto vengan aumentos en otros productos básicos fabricados con harina de trigo (pastas por ejemplo). Suben los precios de los alimentos y de los servicios básicos, mientras se decretan ridículos y humillantes aumentos salariales para las mayorías trabajadoras.
Exigimos que se tomen medidas urgentes y efectivas, abandonando el manual neoliberal. Costa Rica debe luchar por una verdadera política de soberanía y seguridad alimentaria, para evitar que más costarricenses sean amenazados por el hambre y por la pobreza.
– El Consejo Nacional de Producción debe reactivarse y fortalecerse, convirtiéndolo en una institución central en el aseguramiento de la reserva, compra, incentivo a la producción y mercadeo de la producción agrícola nacional. Es una vergüenza que los neoliberales pretendan cerrarlo, precisamente en medio de las amenazas que se ciernen de un nuevo ciclo de crisis alimentaria más violento y destructivo que el anterior.
– Debe garantizarse una canasta básica alimentaria con precios regulados, para un adecuado acceso de la población a productos alimentarios, de aseo y servicios, a precios y condiciones que respondan de manera realista a la crisis que se vive.
– Los fondos ociosos que posee la mal llamada banca para el desarrollo deben ser colocados, de manera urgente y prioritaria, al servicio del financiamiento de la producción e investigación en productos sensibles para la alimentación de nuestro pueblo.
– Deben reforzarse los programas nutricionales y de protección social, en defensa de nuestra infancia y de los sectores más desprotegidos y vulnerables de nuestro pueblo.
Es necesario movilizarnos para exigir al gobierno políticas soberanas en defensa de la agricultura nacional, que garanticen nuestra seguridad alimentaria y nos permitan enfrentar las consecuencias de la crisis alimentaria mundial en curso que ya se cierne también sobre nuestro país.
San José, 21 de febrero de 2011
Comité Ejecutivo Nacional PARTIDO FRENTE AMPLIO