El ciclo de gobiernos neoliberales debe llegar a su fin. La fatiga del presidente Arias es el síntoma del agotamiento político y moral de un ejercicio del poder, que desde hace tiempo entró en crisis de legitimidad, y al que le ha llegado el momento de marcharse. Seguramente no tendremos que llegar al límite de destrucción, descomposición y tragedia que vivieron diversos países latinoamericanos antes de las victorias populares, si el viraje necesario se produce, acumulando fuerzas desde la lucha diaria, en la próxima cita con las urnas.
Murió de éxito, podría ser finalmente el epitafio de una administración que paradójicamente cavó su sepultura en la campaña del TLC. Ganar echando mano de un plan maestro de la delincuencia política, fue celebrado hasta la impudicia, pero la mancha de la mentira y del deshonor quedó ahí, indeleble, y no ha hecho más que extenderse desde entonces. Incluso el eco bíblico de la culpa y del pecado parece perseguir al señor Arias y a sus cofrades.
El balance empieza a ser de liquidación y cierre del negocio por quiebra. Con la inflación más alta de la década y la crisis conjugándose en todas sus acepciones: financiera, alimentaria, ambiental, ética, política, son unos pocos los que todavía se siguen llenando los bolsillos, a costa del crecimiento de la desigualdad y de la pobreza.
La hora de la alternativa, que viene gestándose en un largo proceso de resistencia a las políticas neoliberales y de construcción de fuerzas sociales y políticas significativas para el cambio, ha llegado, pero no caerá como fruta madura. La alternativa se abrirá paso con ideas, con programa, pero fundamentalmente con voluntad, generosidad e inteligencia para la constitución de una fuerza política unitaria, en la que podamos encontrarnos todos los hombres y mujeres de nuestra patria que ya no aguantamos este estado de cosas.
La alternativa no es un simple cambio de gobierno, es un proyecto de transformación para construir una Costa Rica solidaria e incluyente, cuyo eje rector es el bien común y su objetivo es una patria en que quepamos todos y todas, naturaleza incluida. Un proceso en suma de larga duración, en el que la conquista del gobierno no es un fin en sí mismo, sino una herramienta necesaria para modificar por la vía democrática la correlación de fuerzas en presencia, a favor siempre de los explotados y de los excluidos. Por eso decimos que el viraje será a la izquierda o no será. Llegar al gobierno para seguir gestionando las mismas políticas neoliberales con algunos maquillajes, sería una traición a la misma idea de la alternativa.
Desde el Frente Amplio defendemos y promovemos la alternativa con diversos esfuerzos y planteamientos.
Estamos, en primer lugar, trabajando duramente por lograr la inscripción nacional del partido. Tenemos que cumplir exigencias que están en el Código Electoral. Estamos en desacuerdo con muchas de ellas, impuestas por el corrupto y moribundo bipartidismo, pero no estamos simplemente plegándonos a sus reglas del juego. Tratamos de convertir el proceso de inscripción, y lo estamos logrando, en un reto para la construcción de una fuerza política con fuerte arraigo en las luchas populares y con vínculos estrechos y solidarios con los movimientos sociales más combativos y consecuentes; es una construcción esencialmente desde abajo, a la que se han integrado ya cientos de compañeras y de compañeros con militancia política, social, cultural y ambiental. La presencia en la vida nacional de una fuerza política autónoma como la nuestra, con una clara vocación de izquierda democrática, patriótica y socialista, y con un indeclinable compromiso con el conjunto de fuerzas del trabajo y de la cultura, creemos que es una necesidad para avanzar sin claudicar, junto a todas las fuerzas patrióticas del país.
La construcción de nuestro partido no la vemos como antagónica con los esfuerzos por construir la más amplia unidad. Al contrario, la visualizamos como un esfuerzo complementario que enriquece la unidad en la diversidad. Es buena y necesaria la existencia de fuerzas políticas y sociales reales, consolidadas, que desde su autonomía entiendan la necesidad de construir y de habitar solidariamente una casa común. El Frente Amplio considera que esa casa común de las fuerzas patrióticas se levanta desde ideas, programas y luchas que se han venido articulando desde hace años y que se expresaron con extraordinaria vitalidad en toda la oposición al TLC. Electoralmente pensamos que la casa común puede tener la forma de coalición patriótica, en la que nos encontremos y nos unamos alrededor de un programa básico de gobierno y candidaturas comunes al menos para la presidencia de la República, partidos políticos, organizaciones sociales y ciudadanía independiente.
La coalición de fuerzas no será una fusión. Cada uno de sus partícipes mantiene su identidad, pero compartimos un espacio de articulación que nos permitirá unir fuerzas para luchar por la justicia y conquistar el gobierno en las próximas elecciones. Eso es posible y muy necesario y urgente, ante la crisis que vive el poder neoliberal en escala global, y también regional y nacional. Ese espacio de lucha, puede convertirse en el espacio de esperanza que reclama nuestro pueblo.
El Frente Amplio llama a sus militantes y amigos a redoblar los esfuerzos para culminar con éxito la inscripción nacional del partido. Necesitamos la ayuda de todos los compañeros y compañeras. No vamos a defraudar. Un Frente Amplio fuerte para la lucha y para la unidad, con vocación de resistencia y de alternativa. En eso estamos, un proyecto alternativo es un proyecto de justicia social, necesitamos unidad y fraternidad: si en la unidad radica nuestra fuerza, en la fraternidad está nuestro futuro.
COMITÉ COORDINADOR DEL PARTIDO FRENTE AMPLIO
San José, Costa Rica, 1 de octubre de 2008