Oposición firme y construcción de alternativas transformadoras


ACTA DE LA SESIÓN PLENARIA N.º 001
SÁBADO 1 DE MAYO DE 2010

DIPUTADO JOSÉ MARÍA VILLALTA FLOREZ- ESTRADA:

Compañeras y compañeros diputados, pueblo de Costa Rica que nos escucha, reciban un cordial saludo de la fracción legislativa del Frente Amplio.

En unos minutos el presidente Arias nos dará el último informe de labores de su Gobierno. Mediante metáforas recicladas de la literatura rosa o de algún manual bajado de Internet, oiremos sobre una Costa Rica “de las oportunidades infinitas” que “alzó vuelo como un ave en el firmamento”, donde “el único límite son nuestros sueños”, el país de las maravillas.

Pero está la otra Costa Rica. De esa Costa Rica queremos hablarles hoy, los del Frente Amplio. La Costa Rica real. La de una mayoría empobrecida. La que sufre la vergüenza de tener a más de un millón de compañeros, a más de un millón de personas sumidos en la pobreza. Donde la concentración de la riqueza y la desigualdad social, que es la causa principal de la violencia social que vivimos en nuestras calles, se disparan a niveles no vistos desde hace muchísimos años. Es la Costa Rica que produce contradicciones, como, por ejemplo, donde vemos que Guanacaste y Puntarenas son provincias que nunca habían recibido tanta inversión extranjera, nunca se había explotado tanto los recursos naturales en estas provincias, y siguen esos pueblos siendo los pueblos más pobres de Costa Rica, donde hay desempleo también.

Esa Costa Rica, de la que no se ha hablado aquí, es la Costa Rica que produce ganancias alucinantes para los banqueros y los inversionistas extranjeros, pero donde el salario mínimo no permite una vida digna para las familias trabajadoras, como lo ordena nuestra Constitución Política, y, para colmo, a más de seiscientas mil familias trabajadoras ni siquiera se les está pagando ese salario mínimo insuficiente.

Tenemos un país donde se santifica el libre comercio de mercancías, pero todos los días se les niega a las y los trabajadores el derecho humano fundamental a organizarse en sindicatos autónomos para defender sus derechos laborales.

Hay una política, una costumbre consolidada y totalmente impune con la complicidad de los tres poderes de la República, que permite perseguir, castigar y despedir a cualquier trabajador que intente organizarse autónomamente o formar un sindicato en la empresa privada de este país.

Mientras tanto, para nuestro Gobierno, los convenios de derechos humanos de la Organización Internacional del Trabajo, pareciera que no son más que papel higiénico, y el Ministerio de Trabajo, ¿existe el Ministerio de Trabajo?, lo han convertido, si acaso existe todavía, en un cascarón vacío pintado en la pared.

En esta Costa Rica reina la degradación ambiental sin freno, contaminación y sobreexplotación de nuestras fuentes de agua, destrucción de bosques y áreas de recarga acuífera, comunidades con sed porque se llevan el agua para regar canchas de golf.

Familias enteras que toman el agua de camiones cisternas, porque las piñeras contaminaron sus acueductos impunemente también, exterminio de pueblos costeros para construir casinos y atracaderos de yates de lujo, eliminación de áreas protegidas, eliminación de controles ambientales y manipulación politiquera de instituciones técnicas, como la Secretería Nacional Ambiental. El desastre de Crucitas, el desastre ambiental de Crucitas.

¿De qué sirve cantar la patriótica costarricense si todos los días están envenenando y destruyendo ese vergel bello de aromas y flores?, ¿de qué sirve, señoras y señores diputados?

En el país real vivimos la tragedia de la destrucción de la economía campesina y de las comunidades rurales y esa tragedia está provocando la concentración de la tierra en cada vez menos manos y la expoliación y la expulsión de miles de familias que son obligadas a migrar a los anillos de miseria de las grandes ciudades. Es el mismo país donde abundan los privilegios multimillonarios para los grandes exportadores, pero no hay forma de que le den un crédito a un pequeño agricultor que produce la comida que nos comemos.

La Costa Rica donde día a día se deteriora, desde adentro, la salud pública en la Caja Costarricense de Seguro Social para favorecer los negocios de las clínicas privadas y las trasnacionales farmacéuticas. La Costa Rica donde los bienes colectivos que desde siempre han sido de todas y todos se están privatizando para beneficio de casi nadie. Donde no solo corren peligro los servicios públicos, la electricidad, las telecomunicaciones, los seguros, los bienes naturales como la biodiversidad, las semillas o el agua, sino también el arte, la cultura y el conocimiento libre, porque ahora hasta quieren impedir que los estudiantes saquen fotocopias para estudiar.

La Costa Rica que tenemos es un país que está siendo saqueado por la corrupción, porque no son solo los avionetazos, no son solo las concesiones mineras a familiares, no son solo las consultorías millonarias o los almuerzos en restaurantes de lujo con la platas para erradicar tugurios, que nunca llegaron a los tugurios, que siguen existiendo vergonzosamente.

También tenemos un gobierno que con total descaro e impunidad está ofreciendo ciento treinta y siete millones de dólares en mordidas con fondos públicos para comprar las conciencias de los trabajadores de Japdeva y así facilitar la privatización de los muelles de Limón. Las cosas hay que llamarlas por su nombre, aquí hay una política dirigida a entronizar el soborno como política de Estado.

La Costa Rica que nos deja este Gobierno, lamentablemente, también es la Costa Rica del memorándum del miedo, todavía impune. Todavía impune. Donde el poder se mantiene a través del chantaje vil a trabajadores humildes y el clientelismo inmoral que explota el sufrimiento de los más pobres, manipulando el acceso a beneficios sociales que pagamos todos los y las costarricenses, como si fueran regalos, concesiones graciosas de los políticos de turno.

No es solo que nuestro pueblo no se muera de hambre, eso es importante, pero de poco sirve eso si lo tenemos humillado, mancillado sin autonomía, y eso es lo que están provocando las políticas clientelistas de los partidos tradicionales.

Así llegamos al final de estos cuatro años, con un país que está siendo saqueado, con instituciones cada día más debilitadas, más dependientes y cargados de cadenas, las cadenas de los TLC.

Pero, en honor a la verdad, hay ser justos, hay que decir que el saqueo no empezó con este Gobierno. Tenemos más de veinte o veinticinco años de ser gobernados por los mismos, gobiernos, partidos que cada cuatro años han cambiado el color del sombrero, pero que, en esencia, han aplicado las mismas políticas dirigidas o que como consecuencia han tenido la paulatina eliminación de todos aquellos rasgos característicos de Costa Rica que nos hicieron diferentes al resto de naciones centroamericanas sumidas en la guerra fraticida.

Hoy estamos a las puertas de un nuevo cambio de Gobierno, ojalá sea también un cambio de políticas. Doña Laura Chinchilla ha anunciado su voluntad de hacer las cosas de forma diferente, y es innegable un cambio de actitud si se compara su disposición al diálogo con la actitud prepotente y soberbia de las águilas que nunca se bajaron a hablar con los caracoles.

Sin embargo, para que algo cambie, el nuevo Gobierno tendría gobernar en beneficio de las grandes mayorías y no de los buenos negocios de los poderosos grupos económicos que le financiaron la campaña política. Esto es difícil porque esos grupos saben cobrar sus deudas y servirse con cuchara grande, y si por la víspera se saca el día, ya vemos cómo los mismos que han controlado la política económica ya anuncian que seguirá siendo la política para que no se afecten los negocios de los banqueros privados. Pero, bueno, no perdemos la esperanza.

De la fracción legislativa del Frente Amplio, ¿qué podemos esperar?, ¿qué puede esperar el pueblo de Costa Rica? Ante todo trabajo, honestidad, transparencia, coherencia absoluta entre lo que se dice y lo que se hace, como lo hemos hecho hasta ahora con el diputado José Merino. Oposición firme sin medias tintas a todos aquellos proyectos de ley e iniciativas empobrecedoras de nuestro pueblo, privatizadoras de lo que debería ser de todos y todas. Denuncia, control político contra la corrupción, de forma implacable. Pero también la construcción de alternativas transformadoras, liberadoras, propuestas serias y estudiadas, principios claros.
Con nosotros siempre sabrán a qué atenerse, porque nosotros no buscamos nada para nuestro beneficio personal, nuestro partido es una opción por los excluidos, como decía monseñor Romero, una opción preferencial por los pobres, por los explotados y las explotadas, los excluidos y las excluidas, las y los nadies de este país, para ellos es que vamos a luchar primordialmente, y nuestra lucha es para transformar este país y este mundo para convertirlo en un espacio de felicidad donde todos los seres humanos tengan cabida, de pie y con su dignidad intacta. Nuestra lucha también es para que la vida de todas sus formas siga siendo viable, siga siendo posible ante un sistema económico suicida que está desechando por igual a los seres humanos y a la naturaleza.

Del Frente Amplio pueden esperar ustedes y el pueblo de Costa Rica una fracción legislativa que tiene muy claro que la vida del país no se agota en estas cuatro paredes, que la política no se hace sino es con la gente, la política es la gente unida transformando sus condiciones de vida, no es otra cosa. Una fracción que estará al pie del cañón en el Parlamento y, también, en las calles y en las comunidades con quienes están luchando ante tanta injusticia.

Tenemos propuestas para los distintos problemas que enfrenta el país y ustedes sabrán, podemos estar en la oposición, pero, también, podemos coincidir, todo depende de qué sea lo que estemos discutiendo; si es para seguir con la guerra contra la naturaleza que han iniciado los hermanos Arias, no cuenten con nosotros. Pero cuenten con nosotros si les interesa declarar el derecho humano de acceso al agua a nivel constitucional, tenemos un proyecto presentado para eso, tenemos otro proyecto de ley para declarar a Costa Rica país libre de minería metálica a cielo abierto, para garantizarnos comunidades con el derecho prioritario de acceso al agua y no que se la lleven para las piscinas de los condominios de lujo.

Tenemos propuestas para promover que las comunidades decidan sobre el uso racional y equitativo de los recursos naturales. Vamos a seguir promoviendo un proyecto de ley que fue vetado por este gobierno. Promoveremos la agricultura orgánica, el turismo ecológico, la diversidad cultural con justicia social, el pago histórico de la deuda ecológica, en fin, una economía centrada en el buen vivir y el respeto a nuestra madre Tierra.

Si es para seguir promoviendo proyectos que buscan debilitar los derechos laborales, para cargar sobre los hombros de la clase trabajadora los costos de la crisis económica, provocada por los especuladores financieros, no cuenten con nosotros.

Si es para seguir promoviendo eso que llaman flexibilidad laboral, que no es otra cosa que recorte y eliminación de conquistas sociales, no cuenten con nosotros.

Si es para seguir eliminando derechos laborales, con esta Ley de empleo público y con otras leyes que quieren impulsar para extender la jornada laboral sin horas extras, no cuenten con nosotros. Pero sí contarán con nosotros para impulsar reformas para garantizar que se pague un salario justo, que garantice la vida digna de las familias.

Sí contarán con nosotros para que se cumplan los convenios de la OIT y se proteja cómo debe ser la libertad sindical.

No cuenten con nosotros para seguir con el saqueo de la seguridad social, pero cuenten con nosotros para proyectos que fortalezcan nuestra seguridad social.

Hemos presentado, desde el Frente Amplio, proyectos de ley para frenar la evasión patronal de las cuotas obreras a la Caja, para frenar el abuso con las compras de servicios, que están destruyendo, desangrando nuestra seguridad social, para despolitizar la Caja. Queremos impulsar una reforma, una reforma… una ley de contingencia fiscal para garantizar que con eso el Estado pueda pagar la deuda millonaria que tiene con la Caja.

Si es para seguir promoviendo la desigualdad social, si es para seguir promoviendo monopolios privados, monopolios de importadores, destruyendo nuestras instituciones públicas, no cuenten con nosotros. Pero sí para impulsar propuestas que reduzcan la terrible desigualdad que enfrentamos, que es el germen, que es la causa final de la violencia social que vivimos en nuestras calles.

Cuenten con nosotros para proyectos que garanticen el respeto a los derechos de las minorías, para aprobar la Ley de autonomía indígena.

Cuenten con nosotros para una reforma fiscal justa y progresiva.

Cuenten con nosotros para regular el precio de las medicinas, para fortalecer la autonomía de los gobiernos locales con democracia participativa, con participación real de la gente en la toma de las decisiones.

Cuenten con nosotros para proteger los derechos de la gente joven, de la juventud, de las mujeres que sufren la violencia machista impunemente todos los días en este país.

Cuenten con nosotros para promover proyectos de justicia social, que combatan la desigualdad, que generen y ayuden a sanear los graves problemas que enfrentamos en nuestro país.

Finalmente, les tengo que decir que yo formo parte de una generación, formo parte de una generación de gente joven, a la cual, al principio de la década de los noventa, nos dijeron que no había esperanza, nos dijeron que se había acabado la historia, que había que privatizar las instituciones públicas, que había que dejar el ideal de un Estado solidario, justo y equitativo, había que dejarlo de lado para dar paso a la ley de la jungla, al triunfo de la ley del más fuerte, y del sálvese quien pueda, y en esa generación decidimos no creernos ese cuento y luchar.

Hace diez años, salimos a la calle a luchar contra el “combo del ICE”, luchamos contra el TLC, y en ese momento nos garrotearon, nos llevaron presos, hoy son otros los que están presos, los que promovían ese proyecto nefasto; ahora, algunos quieren promover otra versión del “combo del ICE”, una ley de privatización eléctrica para hacer negocios con la exportación de electricidad. Pero, mucho cuidado, porque esa gente que salimos a la calle a luchar, vamos a seguir luchando; aquí estamos, diez años después, con la frente en alto, y este es el compromiso de la fracción legislativa del Frente Amplio.

Estaremos siempre acompañando a la gente que está luchando para transformar este país, desde las calles, desde el Parlamento, con ideas, con propuestas y con oposición firme cuando sea necesario hacerla. Ese es nuestro compromiso, contribuir a fortalecer la autonomía de nuestro pueblo, la capacidad de movilización y de organización para la autogestión de nuestro pueblo.

Muchas gracias, señoras y señores diputados.