Con la intensificación de las lluvias, estamos bajo un aguacero de medidas y ocurrencias tendientes a cargar el peso de la permanente “crisis” presupuestaria, el déficit fiscal, el estancamiento de la economía y el costo de la atención de la pandemia, sobre los hombros de los sectores medios y empobrecidos.
Y es que este aguacero de medidas neoliberales llega cuando ya teníamos los suelos saturados y el agua hasta el cuello en el ámbito económico y social; con un desempleo por arriba del 10%, más de 1 millón de personas trabajando desde la informalidad (46% de la gente que trabaja) y un 22% de la población viviendo en pobreza, solo para citar algunos números que nos dan un escenario poco alentador.
Como se había indicado, la reforma fiscal impuesta por los sectores dominantes y hegemónicos a finales del 2018, no ha mejorado la situación fiscal, ni mucho menos ha logrado una reactivación económica como se prometió.
Si bien el manejo en términos de salud de la pandemia por parte del Gobierno ha permitido un desarrollo controlado de la misma; en materia económica y social los mandatos de las grandes empresas son los que se imponen, con graves consecuencias en lo inmediato y para tiempos venideros.
Leer hoy que de manera “temporal” la CCSS no otorgará nuevas pensiones del Régimen no Contibutivo, realmente genera indignación; una vez más la gente mas empobrecida no podrá tener acceso a los fondos de este régimen, aún sabiendo que actualmente y en el mediano plazo mucha gente necesitará de esos recursos.
Indignación es poco decir; saber que se cierra esa mínima oportunidad para quienes más lo necesitan; mientras se les perdonó las deudas fiscales a las grandes empresas, esas mismas que declaran ganancias cero y que mantienen una evasión y elusión igual al déficit fiscal y que muchas repiten en la lista de grandes patronos morosos con la Caja.
Además de la regresiva y fracasada reforma fiscal, la necedad por reducir la inversión pública, debilitar los derechos y condiciones laborales de las/os empleados públicos y terminar de desbaratar lo que queda del Estado social de derecho, se ha concretado en varios decretos y leyes impulsados desde la UCAEPP y dócilmente implementados por las distintas instancias gubernamentales.
Veamos algunas de estas medidas; congelamiento de aumentos salariales por 4 años para l@s empleados públicos y de la anualidad para el 2021, además de los amenazantes proyectos de ley de empleo público y salario único.
Por supuesto que el debilitamiento de los derechos laborales también se aplica al sector privado, con las diversas medidas aprobadas de flexibilización laboral, en cuanto a jornadas de trabajo, modificación de salarios y de modalidades de contratación y de relaciones laborales; todas hechas a la medida de los grandes empresarios y contra los derechos y condiciones de vida de l@s trabajador@s.
Para terminar de enredar la compleja situación en la que estamos, desde la peor conformación de la Asamblea Legislativa en su historia, un grupo de esos insignes desinformados y fundamentalistas legisladores, concluye y abiertamente amenaza con cerrar universidades públicas.
Y esta amenaza, recibe apoyo abiertamente o de forma solapada por parte de sectores político – empresariales y de las empresas de desinformación; mismos que hipócritamente se derriten en elogios ante los evidentes e importantísimos aportes de las universidades públicas en la atención de la pandemia; estas mismas intenciones y amenazas se ciernen sobre el resto de la institucionalidad pública (CCSS, ICE, FANAL y otras instituciones).
Los escasos, esporádicos y desordenados fondos públicos que se otorgan mediante bonos y otras figuras, no son suficientes, ni sostenibles para que los sectores más afectados por la precaria realidad económica, antes, durante y después de la pandemia.
Las alternativas para reactivar la economía y hasta para cambiarla de rumbo, perspectiva, modelo y hasta de sistema, existen, sectores productivos, sociales y académicos las tienen y las han expuesto; pero no son escuchadas, ni conocidas, ni discutidas en una sociedad manipulada y dominada por grupos dominantes que imponen sus formas y agendas.
Pareciera que los sectores hegemónicos no están dispuestos a jalar la carreta, solo quieren ir montados en ella y silbando; mientras los sectores mas empobrecidos, entre los cuales las mujeres son doblemente afectadas, somos puestos a jalar y a pulsearla, en un barreal que los grandes empresarios y sus políticos vasallos han creado.
Va siendo tiempo de que dejemos que se hunda la carreta del patrón y andemos nuestros propios caminos, les aseguro que hasta cantando podemos ir.
- Gustavo Oreamuno Vignet. Luchador social y antropólogo.